Mártires del Zenta: Un llamado a renovar la identidad misionera argentina
La diócesis de Orán, en Salta, recibió con mucha alegría el reconocimiento, por parte del Santo Padre, del martirio de los Siervos de Dios Pedro Ortiz de Zárate y Juan Antonio Solinas.
Al darse a conocer la aprobación, por parte del papa Francisco, de la promulgación de los decretos relativos al martirio de los Siervos de Dios Pedro Ortiz de Zárate, sacerdote diocesano, y Juan Antonio Solinas, sacerdote profeso de la Compañía de Jesús, asesinados por odio a la fe el 27 de octubre de 1683 en el Valle del Zenta, la comunidad de Orán vive este acontecimiento como un momento de mucha gracia para la diócesis.
El obispo de Orán, monseñor Luis Antonio Scozzina OFM, dialogó con AICA sobre esta noticia, que coincide con la celebración del 60º aniversario diocesano. En ese sentido, hizo un recorrido por la historia de la diócesis, que desde sus orígenes posee una fuerte impronta misionera.
Memoria agradecida de la identidad misionera
El prelado destacó especialmente a sus primeros misioneros, evangelizadores "cuya sangre hoy reconocida por la Iglesia, y su testimonio de la fe nos da ese origen, el de ser una Iglesia en misión", dimensión que fue creciendo luego con nuevas presencias misioneras: los Misioneros Franciscanos de Salta y de Jujuy "que de alguna manera han hecho la evangelización de las principales ciudades y pueblos sobre la ruta 34", recordó.
Como antecedente, señaló que "en 1794, se fundó la ciudad de Orán, pero antes, en 1790, vinieron los misioneros de Tarija y fundaron una misión". En resumen, hubo tres momentos fundacionales: "Los Mártires del Zenta, los misioneros del convento de Tarija y el tercero, del convento de Misioneros de Salta", recordó.
"El cuarto momento es el que se inicia con la fundación de la diócesis y con la llegada de misioneros, sacerdotes que vienen en la época de monseñor Muguerza, monseñor Guirao, que antes de ser obispo de Santiago del Estero fue obispo de Orán y trajo a muchos misioneros, sacerdotes que se incorporaron al servicio de la diócesis. Y unidos a los sacerdotes, todas las congregaciones misioneras de religiosos y religiosas que fueron llegando a la diócesis en los últimos 40 años", detalló.
Con este recorrido histórico, monseñor Scozzina quiso expresar la memoria agradecida por tanta presencia misionera, que forjó la identidad de una Iglesia llamada a estar en permanente misión.
Como cada año, el 23 de octubre se realiza la peregrinación diocesana al santuario de los mártires, ubicado en las afueras de Pichanal. En esta oportunidad, será ocasión para una profunda acción de gracias por este reconocimiento de la Iglesia, y un llamado a resignificar la identidad misionera, como lo pide el papa Francisco.
Renovar la alianza con los pueblos originarios
En ese sentido, el obispo mencionó otro gran desafío que debe asumir la Iglesia de Orán, al que el Santo Padre convoca en el documento Querida Amazonía: Renovar la alianza de la Iglesia con los pueblos originarios.
"Para nosotros, una diócesis que tiene cinco etnias distintas, con más de 120 comunidades originarias en el territorio, donde buena parte de estas comunidades se identifican con la fe católica, esto también para nuestra diócesis es una oportunidad de renovar esta alianza al servicio de las comunidades originarias, un gran desafío", reconoció, al tiempo que destacó el gran compromiso de la Pastoral Aborigen iniciada por monseñor Sueldo, sobre todo en las reivindicaciones del territorio, las comunidades, problemáticas y necesidades, el respeto a las culturas y sobre todo, a la lengua de los pueblos originarios. "Han hecho un largo camino de acompañamiento en la defensa de los derechos aborígenes, con gran presencia en medio de las comunidades", valoró.
Una experiencia misionera, pacificadora y sinodal
Y en relación a ello, destacó especialmente la figura de Pedro Ortiz de Zárate, "un hombre que era párroco de Jujuy, de Humahuaca, con una vinculación muy grande con los pueblos originarios, que vino acompañado de los pueblos aborígenes con un espíritu totalmente pacificador".
"Fueron mártires justamente por no defenderse, no estaban acompañados por presencia militar, estos hombres se internaron con un espíritu totalmente misionero y totalmente pacificador. Es una de las notas que resalta también el modo de la presencia misionera", puntualizó.
También observó la dimensión comunitaria, sinodal, el "caminar juntos", de los sacerdotes Ortiz de Zárate y Solinas, junto con 18 laicos que también murieron. "Son mártires, pero por no tener la constancia de que habían sido bautizados, no se conocen los nombres y no pudieron entrar al proceso", explicó. Sin embargo, hizo hincapié en que la experiencia de los Mártires del Zenta fue "misionera, pacificadora y comunitaria: criollos, españoles, mulatos, aborígenes, conforman la expresión de una iglesia sinodal, de caminar juntos", aseguró.
Una gracia para que nos pongamos en camino
Por su parte, monseñor Santiago Olivera, obispo castrense y delegado episcopal para las Causas de los Santos, consideró que "el camino hacia la beatificación de los mártires argentino e italiano, conocidos como Mártires del Zenta, es sin lugar a dudas una nueva gracia para la Iglesia en la Argentina".
"Antes de ser patria, hombres y mujeres, también laicos, derramaban su sangre por la fe, por la fraternidad, por el encuentro, por la fe", recordó, anhelando "que este sea el compromiso de todos los que recibimos con alegría este martirio: ser capaces de entregar aún la propia vida por las convicciones, por la creencia, por la fe, por el amor a Jesucristo, por el amor a la Iglesia".
"Para nosotros es motivo de alegría, tenemos que conocer más estas figuras, pero damos gracias a Dios por tantos hombres y mujeres que en nuestra Patria, y antes de ser nación, rubricaron con su vida la fe que profesaban con los labios. Damos gracias a Dios por estos hombres que a lo largo y a lo ancho del país, nos van mostrando que la santidad es posible, que debemos transitarla todos, y son gracias para que nosotros también nos pongamos siempre en camino.